Veo un documental que me deja fría, no salgo de mi asombro al ver como unos padres pueden dañar la dulzura de sus hijos.
Intento comprender esa cultura, pero es tan triste ver como su cultura es fuego, guerra y dolor.
Ángeles con armas del demonio, manos contaminadas de pólvora y oídos masacrados por el sonido más desagradable del mundo.
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