Se me coló un duende mientras domia, recorrió mi piel, la acarició y la beso.
Revoluciono mi corazón, excito mi alma y no quería despertar, estaba sintiendo bonito en los brazos de mi duende, en los labios y en toda su piel, que me envolvía de placer.
Ahora quiero que me visite cada noche, que repita esa magnífica pasión, que desbordo mi corazón.