Me alcanzo tu grandísimo instrumento, se coló en mi corazón y se abrazó con fuerza a mi alma.
Me alcanzo tanto que se me clavo en el corazón, como sí fuera una de las flechas que cupido disparo.
Hoy mi alma y yo, no sabemos vivir sin ese grandísimo instrumento, que me alcanzo el corazón, con aquella maravilla de canción.