Días de fiestas, de champán y felicidad que mi corazón no sabe ni siente, por celebrar.
Demasiados huecos en la mesa, demasiados dolor para estar a la altura de tan bella celebración.
En mi casa pasó una tormenta, que se llevo las risas y los cantos, los momentos inolvidables donde un precioso Belén presidía mi casita de humildad y felicidad. Pero hoy día ya no esta ni papa, ni mama, ni mi precioso Chuspy, y saben duele demasiado para alzar la copa y brindar.
Igual me emoción al ver las reuniones del resto de familias afortunadas que si pueden sentir el espíritu de la Navidad.
El mío se enterró con los resto de mi papa y aún que muchas veces lo quise recuperar, siempre pasa algo que lo vuelve a enterrar.