miércoles, agosto 21, 2013
Iratxe Blanco
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El día cuarto en Benidorm fue un día corto pero divertido, el mar tenía oleaje lo que convirtió la mañana de playa en una gran diversión.
Disfrutamos como niños con una colchonetas, pues el oleaje nos volcó varias veces y además tuve tiempo de bucear y ver los peces de cálido mar Mediterráneo. A la una del medio día, ducha rápida y a coger el autobús que me regreso de vuelta a Madrid. Al menos esta vez el aire estaba puesto a una temperatura agradable, me dio tristeza dejar el mar a mano izquierda mientras el autobús avanzaba en el largo recorrido hasta mi flamante Madrid, ciudad casi perfecta y lo de casi es por que no tiene playa, si lo tuviera nada la mejoraría. Para ir fui con un chino, lo cual un royo, menos mal que llevaba música de mi voz preciosa y al regresar una alemana que se creyó que mi hombro era una almohada, para que entendiera que no era así le tuve que dar algún que otro leve codazo.
A las 21:35 al fin en casa y con unas ganas locas de abrazar mi cama, pues trasnoché los tres días y arrastraba sueño.