lunes, abril 28, 2014
Iratxe Blanco
Cada rincón del mundo tiene una poesía, una historia distinta y una aventura para contar.
Bajo una encina dos enamorados sus labios sellaron, en un mar de tempestad una mujer lloraba por que su hijo no regresaba.
En el desierto el sol abrasaba y sólo los camellos, la sed soportaban.
En la selva tribus vivían y de la naturaleza aprendían, a respetar y sanar sus heridas.
La ciudad vivía deprisa y nadie tenía tiempo para disfrutar del sol, que tantos días como tiene el año, los saludo y alumbro.
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