Comienza la aventura, son las siete de la mañana y voy rumbo a encontrarme con Nieves para ir camino de la playa.
Voy a conocer un nuevo lugar, ahora toca Almería, aunque aun tengo que pasar por el municipio madrileño de Pinto. Para coger el coche y llegar hasta el mar, llego a punto y la estación es viejísima hay me recoge Nieves y aya vamos.
El viaja comienza bien pero tras cuatro horas de coche estoy deseando llegar, por fin encontramos el hotel.
A las 14:00 llegamos al hotel Portomagno, la entrada espectacular, el recepcionista un grosero, la habitación está genial, tiene unas vista al mar impresionantes.
Nos cambiamos y comemos, pues yo traigo un hambre atroz.
A las cinco de la tarde playa, sorpresa en vede arena fina y suave, son piedras que se te clavan en los pies, el agua espectacular, limpia, muy refrescante y trasparente.
Buceo, nado y veo peces, paseamos por el paseo marítimo de agua azul que se junta con el pueblo de roquetas de mar solo a unos cuantos pasos.
Hay la arena es mas fina y aun que sigue habiendo piedras son más pequeñas y molestan un poco menos, en mis sensible plantas de los pies.
Otro baño en el enorme mar azul del Mediterráneo, de regreso ya a las 9 de la noche el paseo marítimo de raquetas y agua azul se llena de puestos donde hay distintas cosas como vestidos, camisetas, collares, bolsos y piedras preciosas.
De regreso al hotel preguntamos por el spad y cogemos cita para el día siguiente, nos enseñan unas piscinas a cristaladas con el agua calentita que son una gozada. Hay nos tiramos hasta que a las diez la cierran y subimos a la planta 11 del hotel, donde nos damos una ducha, nos ponemos chulas y cenamos en un restaurante frente al mar. Y por ultimo para finalizar el día un paseo para admirar las olas del mar besando la tierra.
A la una y media de la madrugada ya estamos muertas pues el madrugón fue morrocotudo, ambas dormimos solo cinco horas y estamos echas polvo.