Por primera vez en mi vida me sentí orgullosa de la clase obrera, de los que madrugan todas las mañanas, de los que como yo pasamos las tardes currando y sostenemos el estado de bien estar, con el que algunos quieren acabar.
Una marea de gente, que empezó en Atocha, y bajo por el paseo del Prado, para hacer un tapón entre Neptuno y Cibeles sin poder llegar a la fabulosa puerta del sol, plaza mitica de Madrid.
Una tarde de primavera donde familias enteras salieron a tomar las calles, para decirle al gobierno que no, a esta abusiva reforma lavoral.