Tiene nombre de raza, tiene magia en sus pies y pegamento en sus guantes. Es un arquero que paro lo imparable, un digno defensor de la camiseta del Real Madrid.
El que paso de niño, a adolescente y de hay a estrella que brillaba en el estadio Santiago Bernabéu. Muchas noches de emoción, de gloria y satisfacción pues presumo que teníamos al mejor.
Con Iker está garantizado que nada saldría mal, que el volaría y el balón pararía para luego celebrar un título más.
Gracias san Iker, siempre serás el mejor, yo te llevo en mi corazón por ser parte de la historia y del club de mis amores.
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