Entraste en mi mundo por los oídos, recorriste los mil canales de mis venas, me hacías cosquillas y me besabas todo el interior.
Ni cuenta me di, que abriste mi corazón, entraste y lo abrazaste y con las manos te lo llevaste, aquella tarde. Desde entonces vago por las calles como una mendiga sin corazón, un ladrón me lo robo.
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