Ardo en deseos de morderte el cuello, de beber tu sangre de caramelo y de atrapar esa oscuridad, que en el fondo es una claridad, que pocos saben adivinar.
Me visto de negro, cruzo a la otra dimensión para transportarme a las profundas alas de tu alma hechizada, por las hadas guardianes de la cascada.
Cueva de misterio, que guardas poemas de miedos y silencios, yo descubrí que temes al amor, más que al fuego de un dragón.
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