Mirando una película sentí en el personaje principal un corazón noble, lleno de amor y con una luz más radiante que el mismo sol.
Puede que fuera diferente, que el resto lo miraran con recelo, pero quizás es que les parecía mentira que pudieran tener frente a sus ojos un ángel.
Sus piel blanca parecía fría pero era cálida y mágica, sus manos tenían el poder de curar y trasmitir como se ve desde el alma los actos de burlas, dolor y sufrimiento por el mero echo de ser diferentes.
La verdad mis lágrimas caían, mi corazón sentía el dolor ajeno y la poca sensibilidad, que hoy en día tiene la humanidad.
Autor: Iratxe Blanco
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