Le encontré un mediodía de mayo, su luz me deslumbro, sus ojos se clavaron en mi corazón y la suavidad de su voz me abrazo.
Nació la magia en mi alma, veía el mundo lleno de colores y sentía mariposas en la tripa, por esa estrella bonita.
Era el sol de cada día, el azul del cielo y del inmenso mar que tanto me gusta mirar, era las flores en primavera, los colores del otoño y el abrigo de los inviernos.
Y aún que estaba fascinada, mi vida seguía, mi rutina, mis cosas, mi familia y mis amigo pero en los ratos de silencio, el era mi sueño, mi risa y el brillo de mi mirada.
No entendía lo que dentro de mi nacía, no le daba credibilidad y en ocasiones lo ignoraba, pero sin saberlo lo amaba y en mi alma el amor arraigaba.
Me confundí con otros ojos, me ilusione con otras caricias y coqueteaba con fantasmas que no llegaban a mi alma.
En alguna ocasión creí enamorarme de alguien que intentó llegar a mi corazón y cuando me hirió llore y en la música me refugie, no se merecía las canciones que le escribía, ni las cartas de amor que con tinta le escribió mi corazón, el tiempo paso y mi corazón lo olvido oh quizás nunca arraigo aquel fantasma amor.
Los días pasaban, las semanas avanzaban, los meses corrían y los años pasaron volando, mientras yo oía, miraba y sentía las caricias de la voz de esa estrella que tantas veces me curo heridas, me borro cabreos y me alegraba los días.
Ni yo sabía cuanto lo quería y cuanto me gustaba, pero un día la estrella no brillaba, la luz se le apagaba y yo sentía la tristeza de su alma.
Hay sentí el miedo en mi corazón el dolor en mi alma y una angustia que no tenía explicación. Pensaba y pensaba y no sabía que me pasaba, lo miraba y sólo quería cuidarlo, defenderlo de todo el mundo que aveces es cruel y le apagan la luz a la estrella más grande y bella.
Cada día más la miraba, más adentro de mi corazón la sentía y más la conocía.
Desde lejos la veía allá en lo alto del firmamento, estiraba la mano para alcanzarlo, cuidarlo y amarlo.
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